febrero 28, 2007

En el Metro

No me molesta el ácido olor
ni la multitud
ni el arrimón
o aquel ogro que te dice -"huevos, qué me ves"
ni la demora
o que jamás enciendan el aire acondicionado
mucho menos las irrupciones de los grandes éxitos en mp3
ni los ejecutivos con celular capaces de arreglar el mundo con una llamada (que además te obligan a escuchar)
o los fúricos sin temor a expresar su molestia con sus subordinados
e incluso puedo sentir admiración:
por las doñas que entre tanto vaivén delinean sus ojos
o los cultos capaces de leer ¡de pie! pero no soporto
es@s estúpid@s con complejo de "teiboler@s"
que se aferran al tubo como si fuera un bien preciado
e impiden que el resto de la tripulación intentemos -por lo menos- sujetarnos.